En el desierto, Mara es un pequeño pueblo rodeado de arena fina y un sol abrasador. Sus habitantes viven en armonía con la naturaleza, trabajando desde el amanecer hasta el anochecer. En el pueblo vive una joven llamada Faisa, con ojos profundos como el cielo nocturno y un cabello negro y sedoso. Es la "estrella en ascenso" para los aldeanos. Su belleza y dulzura la hicieron famosa en el pueblo, y todos tenían grandes expectativas sobre su futuro.
Sin embargo, el destino llegó de repente, como una tormenta en el desierto, cambiando silenciosamente su vida.
Un día, Faisa fue a una fuente de agua al borde del desierto a buscar agua. La diferencia de temperatura entre el día y la noche en el desierto es muy grande. El sol abrasador del día calienta la tierra, y el viento frío de la noche es cortante. En el camino, un pequeño flebótomo la picó accidentalmente. La picadura del flebótomo parece insignificante, pero con el tiempo, aparecen enrojecimiento, hinchazón y úlceras extrañas en la piel de Faisa. Su rostro comenzó a cambiar, y su piel, antes lisa, se volvió poco a poco antiestética.
A medida que la herida se expandía, el rostro de Faisa se volvía cada vez más terrible. Sus ojos comenzaron a cubrirse de piel hinchada y la piel alrededor de su boca comenzó a pudrirse. Su hermoso rostro estaba erosionado por heridas y úlceras. Sentía un dolor intenso. No solo era insoportable, sino que, lo que era más importante, ya no reconocía su antigua apariencia. La otrora atractiva mujer se convirtió en un "monstruo" que los aldeanos no podían mirar directamente.
Con el paso del tiempo, los aldeanos comenzaron a temerle a Faisha. No sabían cómo afrontar sus cambios ni comprendían el dolor que sentía. Faisha se sentía cada vez más sola. Se escondía en casa y evitaba el contacto con los aldeanos porque sabía que, cuando la miraban, ya no sentían compasión, sino miedo.